22.10.2021

La Fundación Friedrich Ebert está de luto por el fallecimiento de Dieter Koniecki (1931–2021)

Dieter Koniecki ha fallecido a los 90 años de edad.

Dieter Koniecki ha fallecido a los 90 años de edad. A él asocia la Fundación Friedrich Ebert (FES, por sus siglas en alemán) uno de sus proyectos internacionales más exitoso que ha consistido en el: “establecimiento, la cooperación en la conformación y la consolidación con éxito de la democracia española tras la dictadura de Franco”.

"Al volver la vista atrás puede que parezca como si el camino recorrido con éxito por España de la dictadura a la democracia hubiese seguido un guion bien concebido de antemano", escribe Antonio Muñoz Sánchez en su libro sobre el trabajo de la FES en España. Pero en realidad España evolucionó paso a paso. Ese proceso se fue abriendo su propio camino sin disponer de una pauta prefijada. En esa difícil tesitura contar con Dieter Koniecki —que se llamaba a sí mismo "Konietzki" — fue una gran suerte: es evidente que su especial personalidad estaba como hecha a la medida de ese momento histórico.

Con su gran tacto político, perspicacia analítica, notable don de gentes, facilidad de palabra y energía, Dieter consiguió convertirse en una figura de gran relevancia en esa fase de la Transición y después de ella. Su fantástica red de contactos, que se extendía no solo a la política, la administración y los medios de comunicación, sino también al mundo académico, empresarial y eclesiástico, incluso a la Corona española misma, era sencillamente impresionante. "El amigo alemán": así es como se le conoce en España hasta hoy.

Primer representante de la FES en España

Como primer representante de la FES en España, Dieter Koniecki impulsó a partir de 1976 —en estrecha colaboración con Willy Brandt, Herbert Wehner y Hans Matthöfer— la creación de instituciones socialdemócratas modernas, así como de estructuras y procesos democráticos. Durante tres décadas dirigió la actividad de la FES e imprimió en su labor un característico sello personal. Por supuesto siguió activo por la causa-y por la FES- incluso después de su jubilación en 1996.

Dieter Koniecki ha fallecido el pasado 19 de octubre 2021 en su última ciudad de residencia, Zaragoza, a los 90 años de edad.

Una biografía llena de eventos 

Era un hijo de la generación de la guerra. A los 14 años tuvo que abandonar su ciudad natal, Bunzlau, en Silesia. Cuando no era más que un adolescente en un entorno que le resultaba extraño, los edificios destruidos que le rodeaban por todas partes le parecían un símbolo de la desintegración de los fundamentos morales de la sociedad alemana.

A diferencia de muchas personas de su generación, no dio la espalda en aquel entonces a la actividad política. Al contrario: le resultaba claro que en ese momento se necesitaba una visión política radicalmente nueva para configurar el futuro. Tampoco habría podido hacer otra cosa, pues Dieter era un “zóon politikón”, un “animal político” cuyos pensamientos giraban constantemente en torno a cómo se podría profundizar en la cohesión social.

El segundo gran talento de Dieter residía en el dominio de lenguas extranjeras. Resultaba lógico, por ello, que combinase la política y las relaciones internacionales. Tras terminar sus estudios universitarios redactó un sólido trabajo sobre los contactos internacionales de las asociaciones estudiantiles de los países del Oeste y el Este de Europa, por encima de las fronteras que separaban los bloques. Veía en esas relaciones un vehículo para que las jóvenes generaciones volviesen a estrechar sus lazos más allá de las fronteras y, por tanto, diesen forma a un futuro mejor en Europa y para Europa.

Prisión y libertad

Pero a Dieter el destino le reservaba de nuevo una dura prueba: detenido en 1961 en Berlín Oriental, fue llevado ilegalmente al otro lado de la frontera y condenado en Checoslovaquia a 10 años de prisión. Las autoridades alemanas occidentales no aprobaron un intercambio. El canje de un ciudadano inocente por espías orientales condenados habría sentado un mal precedente, temían. Dieter tuvo que pagar el precio de esas consideraciones de fondo y pasó varios años en durísimas condiciones carcelarias.

Quien pensase que después de eso Dieter ya no querría saber nada de la política se equivocaba. Antes bien, se involucró activamente en la socialdemocracia, porque Willy Brandt puso más empeño que nadie en solucionar el “caso Koniecki” y había conseguido su puesta en libertad anticipada. Dieter entró pronto en contacto con socialdemócratas de primera fila, en una época en la que estaban haciendo que cambiase el paisaje político de Alemania. Había empezado un tiempo de renovación, hacia dentro y hacia fuera, y Dieter conoció a todas las figuras socialdemócratas importantes de aquel momento.

Tras su salida de la cárcel en 1966 Dieter Koniecki se puso en contacto con la Fundación Friedrich Ebert. La FES concedió al talentoso joven una beca. En el marco del “Programa de Becarios en Latinoamérica” Dieter se trasladó a México en 1967 para hacer allí el doctorado. La tesis doctoral se quedó en un mero proyecto, pues la sala de estar de su modesto piso de estudiante se convirtió rápidamente en una de las oficinas más activas de la Fundación: era un continuo entrar y salir, uno tras otro, de ministros y líderes sindicales, pero también de representantes del mundo empresarial, profesores de universidad y dignatarios eclesiásticos. Ponto se empezó a debatir allí la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur. Dieter mantuvo una estrecha amistad, por ejemplo, con Ivan Illich y su instituto de Cuernavaca. Raro será, todavía hoy, el político o sindicalista de México y de fuera de México que no haya oído hablar de Dieter Koniecki como un gran mediador entre Iberoamérica y Europa.

En el momento correcto en el lugar correcto

La gran tarea que aguardaba a Dieter se anunció ya antes de la muerte del dictador español Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975. En España, las fuerzas democráticas ya se estaban formando con vigor. Los socialdemócratas alemanes habían apostado desde el primer momento, en el marco de su política de integración en Occidente, por una estrategia de democratización de España a largo plazo. Dieter Koniecki no iba a quedarse al margen.

La decisión de abrir una oficina de la FES en España el 18 de diciembre de 1975 estuvo precedida por un detallado informe de Dieter Koniecki. Lo había redactado a mediados de septiembre de 1975 en una habitación de hotel en Madrid, después de haber viajado durante algún tiempo por todo el país por encargo de la Fundación y haber mantenido gran número de conversaciones al respecto.

Formuló sus ideas en un sobrio informe acerca del estado de las estructuras democráticas y del papel futuro del PSOE y la UGT, en el que también trazó las líneas maestras para la futura actividad de la FES en España. La extraordinaria capacidad de persuasión y de sacar adelante sus proyectos que caracterizaba a Dieter, unida a sus magníficas dotes comunicativas y diplomáticas, estuvieron, sin duda, entre los principales factores que movieron a Willy Brandt, Hans Matthöfer y Herbert Wehner a apoyarle activamente.

Importantes fueron, asimismo, las estrechas relaciones de Dieter con la dirección del PSOE, sobre todo con su secretario general en aquel entonces, Felipe González.

Un programa de formación política de amplio espectro, estudios y becas: así empezó a partir de 1976 la labor de establecer instituciones democráticas modernas en el ámbito político y sindical, también, y con razón de más, a escala regional y local. Con el éxito que todos conocemos: el PSOE fue el partido más votado en las elecciones de octubre de 1982 y pudo alzar a Felipe González como presidente del Gobierno. España se convirtió en un socio fiable de la Unión Europea y de la OTAN.

Cicatrices del pasado

Dieter Koniecki no pudo visitar hasta el desmoronamiento del “Bloque del Este”, en su sexta década de vida, los lugares ligados a sus cicatrices del pasado. Bunzlau, su ciudad natal, era para él como un espejo de la lejana juventud. En Praga pudo comprobar que la oficina de la FES estaba justo enfrente del tribunal que había dictado la sentencia que le envió a prisión. Recibió en aquel momento una carta personal del entonces ministro del Interior en la que se le pedía perdón por la injusticia que se le había hecho sufrir.

Ese ministro había sido él mismo disidente después de 1968 y sabía qué significaba la detención política. Así es como después de 1990 Dieter fue pudiendo cerrar paulatinamente los dolorosos capítulos de sus años mozos: sabía que la evolución histórica había seguido su curso. Un modo de configurar la política en cuyo centro estaban las reformas de la socialdemocracia ha mejorado las condiciones de vida de las personas en Europa, ha superado fronteras, ha permitido el intercambio personal. Estaba en el lado correcto de la Historia, aunque fue necesario correr riesgos y hacer sacrificios personales. Dieter era inconmovible en sus convicciones y en sus actos: así es como recordaremos a nuestro querido compañero.

Alexander Kallweit, Ernst Kerbusch, Luise Rürup

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